Nada mejor que empezar una noche de sábado apretando
fuertemente un corsé, nos cuentan chicas
que lo han usado. Dice una de ellas que se empezó a sentir a disgusto después de
unas cuatro horas de llevar puesta la pieza (lo que no está nada mal),
apretarlo tanto fue un poco innecesario puesto que ya había ajustado el corsé
para su cintura al fabricarlo, aun así confiesa que la merecida profunda
respiración al quitárselo fue
verdaderamente fantástica.
Tras la experiencia nos comenta que en su opinión las
mujeres victorianas únicamente apretarían el corsé fuertemente para eventos de
corta duración dejando el corsé parcialmente suelto en los eventos sociales más
largos.
Para entender esta opinión hay que recordar que en aquellos
años el corsé era el equivalente a nuestra ropa interior, común y desde luego
no estaba reservado para ocasiones especiales. De la misma forma que una mujer
moderna dispone de ropa interior apropiada para ir al gimnasio, al colegio, al
trabajo o para ocasiones especiales, una mujer victoriana dispondría de
diferentes corsés con diferentes usos, de hecho se disponía de corsés para las
doncellas, para las chicas jóvenes con mala postura y versiones mas relajadas.
El corsé solía ser una pieza empleada para allanar los
contornos femeninos, esconder todos los bultos indecorosos, prevenir que el
sudor pudiera atravesar al ropa en una época en la que el desodorante no
existía y mantener la postura erguida como un miembro de la mas alta clase
social en buena salud. Era un instrumento funcional. El corse ha evolucionado
al pasar de los años. Este de la imagen es el modelo antiguo, existen diseños
mas vanguardistas

EN LA ACTUALIDAD EL CORSE ES UNA PRENDA MUY SOCORRIDA EN VESTIDOS DE QUINCEAÑERAS
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